La organización política de la confederación azteca tenía carácter teocrático. El emperador o tlatoani - el que habla - fue considerado un Dios y era la autoridad suprema de todos los Estados de la confederación. Los sacerdotes eran los encargados de sancionar leyes, administrar justicia y organizar las ceremonias, entre otras actividades de gobierno.
El Estado controlaba la producción, acumulaba los excedentes de alimentos, realizaba las obras públicas y distribuía las tierras. Los campesinos eran la fuerza de trabajo sobre la que se apoyaba la economía de la confederación ; producían para su subsistencia y eran el sostén económico del Estado al que aportaban parte de sus cosechas o al que servían como mano de obra.
Los Aztecas desarrollaron una forma original de cultivo que denominaron chinampas. Las chinampas eran sembradíos artificiales que construían sobre las islas hechas de juncos y madera rellenadas con tierra. Ahí, aprovechando la humedad del lago,cultivaban maíz, calabaza, porotos, pimientos,tomates y cacao, con el que producían una bebida llamada chocolatl (chocolate).
La sociedad azteca estaba dividida en clases bien diferenciadas. Los nobles estaban ubicados en el lugar más alto de la pirámide social ; los seguían los sacerdotes, los funcionarios y los guerreros. Todos ellos se destacaban porque poseían tierras, esclavos y no pagaban impuestos. El pueblo estaba formado por campesinos, artesanos y comerciantes, quienes no tenían los privilegios de la nobleza. El último lugar de la escala social estaba ocupado por los servidores y los esclavos, quienes caían en esa condición por ser prisioneros de guerra o como castigo por algún delito. No fueron considerados una mercancía ni maltratados, y muchas veces recuperaban su libertad; pero en algunas ocasiones, sobre todos los prisioneros de guerra, era sacrificados como ofrenda para los dioses.
El comercio fue muy importante para los aztecas. Todas las ciudades tenían un mercado donde miles de personas intercambiaban sus productos. Los españoles contaron en su crónicas lo asombroso del mercado de Tenochtitlán y de los millares de personas que allí se reunían para comerciar.
En su mundo espiritual, los aztecas creían en dioses todopoderosos que todo lo regían en la tierra: desde el Estado hasta la vida de cada individuo.
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Autores: C. Mora, G. Ballesteros, P. Barreiros, M. Brandariz y G. Tronconi
Editorial: Az
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